La instalacion del YO en TI

Existe acaso algún ejercicio más nefasto que la majadera manera en que se te intenta instalar un microchip adosado al sentido de la responsabilidad y de la correspondencia, sobre todo cuando el procesador aquel no es necesariamente compatible con la plataforma que eres tú mismo.

Respuesta: NO!

Entonces por qué diablos, si en el fondo todos sabemos esta cuestión “tan elemental”, siempre (o al menos con la regularidad suficiente), hay alguien que pretende hacer esto.

Me refiero a regular tus prioridades (SI + entonces – y al revés), tus afectos (si + entonces + para POSITRON 1.0), tus muestras de cariño (ídem), de atención (si + entonces OTRO), tus tonos ([do-si]), tus silencios (si Verdadero entonces NO!), tu TENER-or-NO que estar CUANDO+DONDE+CONQUIEN debieras conforme a la secuencia de comandos del microchip instalado CON-or-SIN tu consentimiento(Self=0).

Si fuera matemático, lo más probable es que estaría tratando de resolver una ecuación de comandos de doble entrada que me permitiera realizar el SYSTEM DOWN, para no dejar instalarse esta clase de microchips en mi sistema.



Notas:

1. Ninguna de las secuencias tienen valor ni matemático ni como secuencias de comando, sólo como datos empíricos para mi propio Knowledge Base.

2. Si no se entiende o queda alguna duda basta postear, ahora estoy cabreado como para explicaciones más sencillas, mañana probablemente tenga la capacidad.

La decadencia de la Ingenieria

El proceso de desarrollo de un país se supone que se refleja en su ciudad, y de hecho estoy convencido de que eso es así, que efectivamente el acervo cultural de un pueblo, la capacidad económica de un país y su idiosincrasia se expresa en sus ciudades.

En el caso de Santiago, la ciudad en que vivo y que observo desde que nací, el desarrollo se expresa tal cual es, en sus muros, en sus edificios públicos y en sus calles, en sus carreteras, en su transporte público, en los baños, en las casas, en sus plazas, en sus parques, en los baños y en las fuentes de soda.

Naturalmente el ensayo en este tema contiene muchos temas, y no tengo ninguna pretensión de abordarlos todos, ni pretender tener la verdad absoluta, tan solo hago una reflexión interpretativa acerca de algo que me toca, mi ciudad.

La sociedad capitalina (que es la que conozco, pero supongo que en otras ciudades será igual), ha confiado a ciegas durante décadas en la ingeniería como respuesta a las necesidades, a los nuevos requerimientos, como la armada que conquistará el desarrollo y se encargará de la misión de escape del tercer mundo. De hecho prueba clara de ello es cómo se han fundado múltiples nuevas ingenierías en Universidades e Institutos de todo orden, y que incluso a juicio de los Ingenieros duros (digamos los de las vertientes tradicionales asociadas a las ciencias matemáticas y físicas) no corresponden a esta rama del conocimiento. Para dar algunos ejemplos se pueden nombrar las Ingenierías Comercial y de Prevención de Riesgos, que se encuentran en un punto del conocimiento demasiado distante de las ingenierías tradicionales como para llevar tal nombre.

La explicación de este fenómeno de “Ingenierización” de algunos quehaceres profesionales está en el valor social que tiene el concepto de Ingeniería como prefijo para cualquier cosa, es casi como ser Doctor, el reconocimiento público se distorsiona, la admiración profesional se somete al rimbombante nombre de “Ingeniero”, lo que no necesariamente se condice con la real capacidad de resolver las problemáticas ingenieriles, o alguna otra.

Ahora, volviendo al asunto, por esta valoración equivocada, se ha confiado en los Ingenieros (tradicionales, nuevos y falsos), para que tomen el control del desarrollo de la ciudad, entonces el gremio se ha adjudicado el trazado de las nuevas vías, ha intervenido barrios (generalmente asesinándolos como solución óptima), ha desarrollado los nuevos planes de transporte público (fallidos todos como ya sabemos) y a su vez apoyados por el libre mercado han instalado a la industria inmobiliaria (mercenaria del interés económico) como agente de control del desarrollo urbano.

Bueno, me permito entonces aclarar que, los criterios estéticos, la dimensión social (desde la perspectiva de la conciencia), las relaciones espaciales, históricas (desde la dimensión patrimonial), y la cultura de la integración y del enriquecimiento de los significados de un determinado espacio urbano, no son del interés ni de la materia de las ingenierías, por lo que a ellos sólo les competen asuntos como la maximización de los recursos, la explotación económica más conveniente y el diseño más “ingenieril” posible, lo que puede observarse en las infames pasarelas sobre las carreteras, en el torpe diseño vial, y en las ineficiencias de las infraestructuras de la capital, que no sólo han privado al ciudadano de espacio público y espacios de tránsito peatonal y de significados, sino también de identificación. De hecho el fetiche máximo de un ingeniero instalado en la intervención de la ciudad son los distintos módulos ofrecidos por las empresas que venden hormigón prefabricado.

Con este panorama es que alzo mi pancarta… dónde están los urbanistas (si Brünner pudiera resucitarse), dónde están los arquitectos, los diseñadores, dónde están los soñadores que pretenden algo un poco más noble que la explotación de los telepeajes (Tags y otros anglicismos), dónde??

Bueno este es el momento, antes de que algún romántico con sensibilidad no resista más y se decida a lanzar una bomba H en la Plaza de armas, debemos rescatar nuestra ciudad, yo estoy disponible desde hace tiempo…

Colegas a trabajar!!!!!!!!, primero en extinguir a los ingenieros (empecemos por los falsos) y luego situando a los más verdaderos y capaces en el lugar en el que siempre debieron estar, al servicio de los urbanistas y arquitectos (nunca al revés), que su trabajo consista en hacer posible los sueños y las imágenes y no en emplearnos para hacer las plazas que la norma les exige.