Esteroides, Yo?! (O mente insana en cuerpo sano)



El sedentarismo en el que me encuentro inmerso prácticamente desde la medianía de mi adolescencia ha dado como resultado a un tipo sin ningún desarrollo muscular, y esto se debe -seguramente- a que dentro de la trenza genética que me define como espécimen de la raza humana, faltó el nudo que te hace un buen deportista, de hecho cada vez que entré a una cancha a patear una pelota, sólo sirvió para recibir los iracundos insultos de esos que se llaman mis amigos, y a no más de 5 minutos desde esa entrada.

De chico quise hacer karate, para convertirme en un matón, y lo único que aprendí (y es algo que conservo hasta hoy) es que la violencia es algo que debe evitarse hasta las últimas consecuencias.

Alguna vez jugué vóleibol, pero no tengo la altura para una competencia seria, y cuando me acercaba a la mayoría de edad, descubrí que era mucho m´ás interesante gastar mis largas horas de ocio (que extraño muchísmo) en escuchar un disco y en aprender a tocar instrumentos musicales. De hecho, recuerdo perfectamente esas ocasiones en que yo mismo me redactaba los justificativos para no hacer educación física, logrando una impresionante prolijidad para imitar la firma de mi mamá.

Entonces, así han transcurrido los últimos 10 o 12 años de mi vida. Sin ninguna actividad física, excepto pot los dos abdominales diarios (al levantarme y al acostarme) y el ejercicio de soportar mis brazos sobre mis muñecas cuando estoy en el computador. Lo que es cierto es que camino mucho, fundamentalmente porque no tengo auto. También ejercito mi rostro con muecas espantosas, generosas y cómicas, y mis manos mientras hablo, pero la educación física ortodoxa no reconoce estos ejercicios como actividad física.

Por estos hábitos, si me atrevo a comer durante dos semanas un poquito más de lo común, engordo como bomba de agua bajo la llave.

Otro punto a considerar es que, a pesar de que me he acostumbrado a vivir bajo alta tensión, a veces necesito romperle la madre a alguien, y como odio la violencia, no tengo cómo liberar físicamente esas tensiones. De hecho ahora mismo tengo el cuello como cuentas incas.

Y para qué tanto paseo por mi anecdotario??, pues simplemente para que se entienda por qué decidí ir a un gimnasio.

No es vanidad... es salud...

Mi mente se somete a niveles de tensión tales, que necesito descargarlas físicamente, necesito energía para encontrarme con alguna amenaza y partirle la madre, necesito energía para subir un cerro de Valparaíso y no quedar con la lengua afuera, necesito asegurarme vivir algunos años más, ya que todo me tarda tanto tiempo, que si no lo hago me moriré antes de que complete los proyectos. Necesito poder sacarme el suéter y no tener que sugetarme la polera para que no se me vea la panza (y este es un aspecto de salud también, de mi salud mental), necesito dejar de ver ese guatero que asoma bajo mi pecho cuando me ducho, y para eso... una evaluación de estado físico y máquinas y mi MP3player (aunque con Rock and Roll, porque no soportaría someterme a compartir 60 m2 con un montón de sudorosas almas jadeantes a ritmo de música electrónica o tecno pop). Y además... recuerdo que tener actividad física me permite tener mi mente en blanco, lo cual es un descanso impagable para mí, sobretodo si gastar tanta energía me permitirá volver a dormir como corresponde, después de años de trastornos de sueño...

Esta es mi apología, pero que quede claro que no quiero convertirme en un musculín, no me interesa parecerme a Schwarzeneger y lo ideal es mantenerme lo más lejos de esa imagen. Lo único malo es que seguramente me veré rodeado de gente así, pero eso lo sabré cuando sude en colectivo.

0 comentarios: