The Sun Always Shines On TV


Cuando uno imagina, cuando se construye ilustraciones mentales de la realidad, se tiende a ser naife, sobre todo si lo que te ocurre no es como uno quiere, y entonces uno adapta su propia estructura mental, de tal manera de hacer que realice las operaciones necesarias para modificar lo que de verdad ocurre. Estoy hablando de cuando nuestras entelequias se confabulan para funcionar como un televisor. En la tele todo es brillante, magnífico y anestésico, y cuando tus dosis de dolor requieren de calmantes, entonces la cabeza te hace el favor de darte explicaciones y combina hechos de tal manera en que te resulten aceptables.

Todo esto funciona bastante bien, hasta que en cualquier momento, en especial justo antes de caer dormido, las cosas te encajan justo como son. Y despiertas. Y pierdes una noche de descanso y tu tranquilidad, se pierde el confort de la anestesia.

El televisor, tarde o temprano se apaga, y cuando eso ocurre sólo te queda la ventana a la realidad.

Maldita sinapsis neuronal, por qué de todas las que se producen, la que de verdad sirve opera en el momento más inoportuno?!, por qué malgastar tantas en el absurdo, en el autoengaño.

Dónde entrenan cerebros para ver lo real, lo concreto?

Parece que me equivoqué, debí ser Ingeniero, los números no mienten, la poesía sí (que suerte que no soy poeta).

2 comentarios:

amge dijo...

Ambigua tu publicación. Hoy es la tercera vez que la leo, y recién le encuentro un sentido. Me cuesta a veces, pero recién hoy, después de unas cuantas cervezas le encuentro un sentido claro para mi. Eso que uno busca...que las palabras, la música, la pintura y los etcéteras te hagan un click en algo conocido para ti. Me hizo click algo en especial: el autoengaño. Uno a veces es lo suficientemente hábil (e idiota al mismo tiempo) para mentirse u ocultarse información, y no siempre esa información está allá afuera, sino que muchas está adentro de uno. Cuántas veces comprendí después de años que yo conocía los acontecimientos que iban a suceder. Cuántas veces, por más que los pelos se me erizaran y mi corazón latiera, me negué a procesar (a modo de información utilizable) las cosas que me estaban sucediendo. Lamentablemente aún no aprendo a vivir de la vida real, ni tampoco de los sueños. Mi alimento vital no está allí, sino en ese momento antes de caer dormido. Ese momento en que todo es tuyo y nada es lo suficientemente inconciente para dejar de pertenecer al plano físico. Ahí vivo, y es donde soy felíz. Esa es mi pequeña cajita a colores.

* Silvana * dijo...

la realité
mmm, dificil concepto, sabiendo que cada uno de nosotros trata de manejar eso con la mejor intencion... pero ha de resultar que cada uno pinta sus colores como desee, osea es como un director de cine, ajusta las cosas las adorna crea mounstros, asesinos, violadores, Dioses.
Incluso, cuando uno se entusiasma demasiado a ser un pequeño Dios , como insitaba Huidobro, los medicos ( esos que son mas locos que los locos mismos)dicen que es un trastorno de la personalidad, evasion de la realidad.
que nos queda?
desde que aprendimos a tomar atencion, nos plantan frente a una tele, nos tienen viendo monos todo el dia, que empezamos a creer que no existen amigos fuera de la caja idiota que te distorsiona la realidad. Que no hay amigos!!!

finalmente
creo que la poesia es el lado bueno de todo esto, entendiendo el prisma que quisiste darle, y entendiendo tambien que la realidad es una concepcion tan intima como la del bien y el mal.
(otro tema para cuatro horas...)